ACERCA DE LA CREMACION
Shalom amados, y benditos sean todos en el poderoso nombre salvador de Nuestro Amo y Rey Yahushua Ja Mashiaj. Algunos nos preguntan lo que dice la Torah acerca de si es errada o no la cremación del cadáver de un difunto. La realidad demuestra que la cremación es una práctica antigua de origen pagano. Esta fue una de las ceremonias que tomaron parte en el antiguo culto al fuego.
En la Encyclopedia Americana se lee: “En las culturas primitivas que han sobrevivido hasta los tiempos modernos, la cremación es una práctica generalizada. La cremación no sólo supone destruir el cadáver con mayor eficacia, y evitar así el posible retorno del fantasma; sino que el fuego sirve también como un [agente] purificador, que a menudo es considerado como un buen medio para alejar los espíritus malignos (...) Además de desalentar al fantasma de frecuentar el cadáver y su antigua morada, y servir como medio de purificación de los malos espíritus y la contaminación asociada con el cuerpo muerto; la cremación también, en algunos casos ... ha estado asociada con la creencia de que el espíritu de los difuntos mora en el cielo. Se cree que las llamas de la pira funeraria, saltando hacia arriba, facilitan la ascensión del alma.”
Queridos amigos y amigas, el paganismo se originó antiguamente con Nimrod y con su “madre/esposa” Semíramis. Fue el propio Nimrod quien clamó para sí el título de “Moloc.” La Torah dice que los adoradores de Nimrod “hicieron pasar por el fuego sus hijos y sus hijas a Moloc” (Jer. 32:35). Yahweh condenó esta práctica pagana, que calificó como una “abominación.”
Los padres sacrificaban a sus hijos a Moloc, creyendo “que el fuego que los consumía también los perfeccionaba, y los hacía dignos de la felicidad eterna... Tanto el paso a través del fuego y la incineración en el fuego, eran ritos esenciales en la adoración de Moloc o Nimrod” (The Two Babylons - Las Dos Babilonias, Hislop, pág. 315).
Los ejemplos hallados en las Sagradas Escrituras muestran que la sepultura simple era la costumbre hebrea aceptada por Yahweh durante ese tiempo (Gén. 25:9; 35:20). Por ejemplo, el patriarca Jacob fue embalsamado (costumbre egipcia) y sepultado (Gén. 50:5, 26). Yahushua, nuestro Amo y Salvador, fue sepultado; no cremado. En un artículo titulado “The Dead” (“Los muertos”) la Enciclopedia Bíblica afirma, “La cremación era considerada como algo abominable, como un daño a los muertos (Josué 7:25; II Reyes 23:20; Amos 2:1)... No ser enterrado era una terrible desgracia que difícilmente se podría desear, incluso al propio peor enemigo.”
Amados, fundamentándonos sobre la base sólida de los ejemplos encontrados en la Torah, nosotros recomendamos que la persona fallecida simplemente sea sepultado en una tumba.
Sin embargo, tenemos que acalarar que en situaciones en las que los familiares que sobrevivan al difunto no pudieran tener ningún control sobre la disposición del cuerpo, es importante recordar que la misericordia de Yahweh existe, y que en ese caso lo que sucede con nuestros cuerpos después de la muerte no tiene ninguna consecuencia.
La Palabra de Yahweh promete que todas las personas resucitarán (Hechos 24:15; Apocalipsis 20:12-15) para salvación o para destrucción, ya sea que sus cuerpos se conviertan en polvo o en cenizas. El haber vivido una vida nueva, después de la conversión, y habiendo muerto en la fe son las cosas que le importan a Yahweh.
En la Encyclopedia Americana se lee: “En las culturas primitivas que han sobrevivido hasta los tiempos modernos, la cremación es una práctica generalizada. La cremación no sólo supone destruir el cadáver con mayor eficacia, y evitar así el posible retorno del fantasma; sino que el fuego sirve también como un [agente] purificador, que a menudo es considerado como un buen medio para alejar los espíritus malignos (...) Además de desalentar al fantasma de frecuentar el cadáver y su antigua morada, y servir como medio de purificación de los malos espíritus y la contaminación asociada con el cuerpo muerto; la cremación también, en algunos casos ... ha estado asociada con la creencia de que el espíritu de los difuntos mora en el cielo. Se cree que las llamas de la pira funeraria, saltando hacia arriba, facilitan la ascensión del alma.”
Queridos amigos y amigas, el paganismo se originó antiguamente con Nimrod y con su “madre/esposa” Semíramis. Fue el propio Nimrod quien clamó para sí el título de “Moloc.” La Torah dice que los adoradores de Nimrod “hicieron pasar por el fuego sus hijos y sus hijas a Moloc” (Jer. 32:35). Yahweh condenó esta práctica pagana, que calificó como una “abominación.”
Los padres sacrificaban a sus hijos a Moloc, creyendo “que el fuego que los consumía también los perfeccionaba, y los hacía dignos de la felicidad eterna... Tanto el paso a través del fuego y la incineración en el fuego, eran ritos esenciales en la adoración de Moloc o Nimrod” (The Two Babylons - Las Dos Babilonias, Hislop, pág. 315).
Los ejemplos hallados en las Sagradas Escrituras muestran que la sepultura simple era la costumbre hebrea aceptada por Yahweh durante ese tiempo (Gén. 25:9; 35:20). Por ejemplo, el patriarca Jacob fue embalsamado (costumbre egipcia) y sepultado (Gén. 50:5, 26). Yahushua, nuestro Amo y Salvador, fue sepultado; no cremado. En un artículo titulado “The Dead” (“Los muertos”) la Enciclopedia Bíblica afirma, “La cremación era considerada como algo abominable, como un daño a los muertos (Josué 7:25; II Reyes 23:20; Amos 2:1)... No ser enterrado era una terrible desgracia que difícilmente se podría desear, incluso al propio peor enemigo.”
Amados, fundamentándonos sobre la base sólida de los ejemplos encontrados en la Torah, nosotros recomendamos que la persona fallecida simplemente sea sepultado en una tumba.
Sin embargo, tenemos que acalarar que en situaciones en las que los familiares que sobrevivan al difunto no pudieran tener ningún control sobre la disposición del cuerpo, es importante recordar que la misericordia de Yahweh existe, y que en ese caso lo que sucede con nuestros cuerpos después de la muerte no tiene ninguna consecuencia.
La Palabra de Yahweh promete que todas las personas resucitarán (Hechos 24:15; Apocalipsis 20:12-15) para salvación o para destrucción, ya sea que sus cuerpos se conviertan en polvo o en cenizas. El haber vivido una vida nueva, después de la conversión, y habiendo muerto en la fe son las cosas que le importan a Yahweh.